«Los ecosistemas son como un avión y nosotros les vamos sacando piezas que los pueden hacer caer. Podría ser que la Ricarda fuera uno de los últimos tornillos del Delta»
Joan Pino, co-director del LET, catedrático de ecología de la UAB y director del CREAF, reflexiona sobre el espacio natural de la Ricarda y los efectos de la ampliación del aeropuerto del Prat: «Si el delta del Llobregat fuera un avión, la Ricarda sería una pieza muy importante –quien sabe si la última– que sustenta el complejo funcionamiento del Delta. Un espacio imposible de eliminar sin hacer tambalear el resto del ecosistema y los servicios ambientales que proporciona a toda la población».
Los ecosistemas están conformados por varias piezas y dejan de funcionar a medida que se van perdiendo. Justamente, la Ricarda es esto para el delta del Llobregat. “Los hábitats del Delta cada vez están más fragmentados y eso hace que todo el funcionamiento del delta empiece a tambalearse. Debemos imaginarnos que los ecosistemas son como un avión y nuestra alteración de los mismos va sacando los tornillos de este avión. Si sacamos el último tornillo acaba cayendo. De hecho, esta es la historia que hemos podido ver recientemente en otros ecosistemas acuáticos como el mar Menor. En este sentido, podría ser que la Ricarda fuera uno de los últimos tornillos del Delta”, advierte Joan Pino. Por otra parte, crear nuevas lagunas en otros puntos como compensación de este coste ambiental puede ser poco efectivo, como ya se ha demostrado en las actuaciones realizadas en la Roberta, la Isla o Cal Tet.
Un oasis de biodiversidad en medio de la metrópolis
“El delta del Llobregat concentra mucha diversidad de flora y fauna y es especial por su situación en medio de un área metropolitana que concentra millones de personas. De hecho, en el estanque de la Ricarda hay localidades naturales que albergan una biodiversidad única en toda Catalunya”, explica el ecólogo Joan Pino. El equilibrio entre el agua dulce de los lagos y el río y la salada que entra desde el mar configura un paisaje en mosaico con pinares, carrizales y juncales. Encontramos especies de plantas con una distribución muy restringida en nuestro territorio y los pinares acogen buena parte de las orquídeas conocidas en Catalunya, entre otros. También la fauna es digna de estudio y protección: viven tortugas autóctonas y hasta 43 especies de aves incluidas en las directivas europeas.
Hace 34 años se aprobó la primera figura de protección del espacio natural del Delta, bajo el Decreto 226/1987, que declaraba las secciones de la laguna de la Ricarda-Ca l’Arana y del Remolar-Filipinas como reservas naturales parciales. Más recientemente, y raíz de una sentencia del Tribunal Supremo en 2012, también fue incluido en la Red Natura 2000 por su interés como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Lugar propuesto de Importancia Comunitaria (LIC) por la contribución a restaurar los hábitats naturales europeos que ejerce. Sin embargo, el espacio agrícola y natural ha ido sufriendo recortes sucesivos para acomodar el crecimiento urbanístico de los municipios que acoge y situar unos de los puertos y aeropuertos más importantes del Estado. Esto ha hecho que perdiera progresivamente parte de su biodiversidad y la calidad ambiental.
El agua que beben los municipios cercanos
Las lagunas de la Ricarda y el Remolar, y el ecosistema del Delta en general, no sólo juegan un papel primordial como punto de biodiversidad, sino que también ofrecen diversos servicios ambientales a toda la población, como son el ocio –que tan importante ha sido en estos tiempos de pandemia– y la regulación del agua. Ambas lagunas evacuan las grandes inundaciones y mantienen barreras hidráulicas a la intrusión marina, lo que permite el mantenimiento de los acuíferos de agua dulce del Delta.
Extraído y modificado de la entrada del blog del CREAF.